18 diciembre 2006

Fotofobia

Y así, un año tras otro, un verano tras otro verano, mamá fue convirtiéndose en gata. Y fue porque empezó a ver mejor en la oscuridad. Llegábamos a visitarla y nos movíamos torpemente entre los muebles porque las persianas estaban echadas. Ella te proponía café y veías cómo se perdía en la oscuridad del pasillo como quien se pierde en el túnel del metro. Luego volvía a la salita y tú olías el café antes de que llegara. Cerrabas los ojos para inhalar ese olor del café a la italiana y cuando los abrías te encontrabas a mamá delante, con su bata, soportanto la taza de café en la mano izquierda como si fuera un niño jesús. ¿Te has quedado dormido? No. Yo la miraba y me parecía que sus ojos brillaban.

Mamá fue desterrando la luz de su vida cotidiana y terminó moviendose a oscuras en un lugar para los objetos viejos y la memoria, pasando entre los buenos recuerdos sin tocarlos, acariciándolos con los bigotes, rodeándolos, saltándolos sin rozarlos, para que no se dolieran.


1 comentario:

Ernesto dijo...

oye, que buena minificción... felicidades, tu blog me parece excelente.

un abrazo paquito, desde veracruz, méxico.