06 marzo 2006

Como James Stewart en Qué bello es vivir

No puedo decir que los primeros años del milenio fueran los mejores de mi carrera. No me respetaron las lesiones. Estuve a punto de colgar las botas por una rotura de ligamentos cruzados de la rodilla emotiva.
En las peores tardes de rehabilitación, bajo una lluvia cobarde pero pertinaz, escuchaba los cuentos que Millás ponía de los oyentes. Era como ver fotogramas coloreados en la puerta de un cine. Esas tardes las pasaba en mi coche, al margen de la carretera, y a veces, al margen de todo. Pero este viernes pasado recibí un regalo de cumpleaños por adelantado: desde ahora pertenezco a la comunidad Millás. Envié a su programa un par de fotogramas y los colgó con chinchetas en su espacio La ventana de Millás.
De camino a la escuela de mi hijo, escuché a Millás leyéndolos con esa cadencia de caramelo de feria y me sentí feliz como mi hijo con su sobre de cromos, como James Stewart corriendo sobre la nieve en Qué bello es vivir. De modo que he convertido a Millás en un miembro destacado de mi flota:









Os facilito la dirección donde podéis leerlo: Cadena Ser. Nota: esta semana Millás encargó escribir sobre los ácaros.

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