07 marzo 2006

Del 11 M al 7J

Entonces yo vivía en la frontera de Chamberí con Tetuán, en la calle del Windsor. Ese mismo día 11 tenía un billete de tren para Alicante que no pude usar. Después de aquel 11, cada lunes llegaba a Atocha y contemplaba unos minutos el rincón de la estación que habían destinado para colocar unos paneles conmemorativos. De lunes a lunes más fotos, más flores, mas mensajes... Hasta la camiseta de la selección nacional de natación. A la salida, todo estaba empapelado con notas donde se leían mensajes de padres, amigos, hermanas, abuelos... Recuerdo el inicio del otoño y el vacío que dejó.

A los londinenses les ha pasado algo parecido, pero ellos mantienen ese lugar conmemorativo de manera virtual: we're not afraid. En este caso no se recuerda a las víctimas (parece que el hermetismo gráfico sobre la muerte ha cauterizado la herida). En su caso, se dedican sobre todo a los vivos, a los que tienen que utilizar el transporte público. En esta web le piden a todos que muestren al mundo que no se tiene miedo "por lo que sucedió en Londres". Para ello, te dan la oportunidad de subir una imagen. Curiosamente, muchos dueños de mascotas han optado por retratarlas a ellas rodeándolas del lema. También aparecen muchas personas que parecen mascotas de otras. Abundan los gatos negros mirando a la cámara, algunos perros enseñando los colmillos. Algunas de ellas ciertamente extravagantes, como la de un tipo que pasea un gallo gigante (?) o una joven que acuna entre sus senos un gatito (??). Y así hasta 760 páginas que contienen una veintena de imágenes. Y sigue.

Puedes comprarte una camiseta. O un mug. Así, puedes desayunar y reunir fuerzas para tu recorrido en metro o en autobús.

06 marzo 2006

Como James Stewart en Qué bello es vivir

No puedo decir que los primeros años del milenio fueran los mejores de mi carrera. No me respetaron las lesiones. Estuve a punto de colgar las botas por una rotura de ligamentos cruzados de la rodilla emotiva.
En las peores tardes de rehabilitación, bajo una lluvia cobarde pero pertinaz, escuchaba los cuentos que Millás ponía de los oyentes. Era como ver fotogramas coloreados en la puerta de un cine. Esas tardes las pasaba en mi coche, al margen de la carretera, y a veces, al margen de todo. Pero este viernes pasado recibí un regalo de cumpleaños por adelantado: desde ahora pertenezco a la comunidad Millás. Envié a su programa un par de fotogramas y los colgó con chinchetas en su espacio La ventana de Millás.
De camino a la escuela de mi hijo, escuché a Millás leyéndolos con esa cadencia de caramelo de feria y me sentí feliz como mi hijo con su sobre de cromos, como James Stewart corriendo sobre la nieve en Qué bello es vivir. De modo que he convertido a Millás en un miembro destacado de mi flota:









Os facilito la dirección donde podéis leerlo: Cadena Ser. Nota: esta semana Millás encargó escribir sobre los ácaros.