08 mayo 2006

Deletrear

Justo en el momento en que voy a insertar la tarjeta en la salida del parking recibo su llamada, así que aparco y le atiendo. Ante la reacción, un guarda de seguridad se acerca tímidamente a mi coche. Quizá no funciona el lector de tarjetas, o quizá planeo colocar una mochila en el centro comercial. Podría haber una relación de causa y efecto entre una y otra hipótesis.

Pero no es eso, es mi hijo, que me devuelve la llamada. Me cuenta que en clase han estado deletreando. Siempre me he gustado deletrear y parece que a él tambien. Me dice que la maestra no le ha designado a él para desmontar ninguna palabra, así que le propongo que nos lancemos mutuamente palabras para arrancarles las plumas. Él me propone la primera: ventana. La corto en trocitos y le entrego otra: frontera. Y así vamos intercambiándonos algunas, mientras anochece en casa de su abuela y el guarda de seguridad me vigila de lejos. Desgranamos las palabras y, cada vez que lo hacemos, me doy cuenta de que entonces explotan, como palomitas. Y así, mientras él me propone abrazo, nube, arena, yo le propongo emergencia, horizonte. Hasta que me ahogo en palomitas en el coche.