27 julio 2006

Cicatrices

Anocheciendo, ayer.

-Tengo el cerebro hecho una mierda. El doctor me pidió permiso para mostrar a sus alumnos el gráfico que me hizo el escáner. Dice que se apreciaban perfectamente las cicatrices de cada infarto cerebral.

-¿Qué le dijiste?

-Que yo no lo quiero para nada y que me importa una mierda.

-¿Ves? Yo no te noto nada.

-Porque no es tu cerebro. Yo empecé a notar que no procesaba bien después de lo de la descompresión.

-¿Qué descompresión?

-Era el año 62, trabajaba desguazando barcos hundidos en Tarragona. Después de una inmersión, me quedé en cubierta a discutir de no sé qué. No hice la descompresión. Sufrí un ataque. Estuve postrado 20 días. Sufrí una parálisis, perdí el sentido del equilibrio... Tu madre estaba embarazada de tu hermana y me leía todas las tardes porque yo tenía que tener los ojos vendados para no marearme. Desde entonces ya no soy el mismo. Creo que el infarto de miocardio y la trombosis de hace unos años tampoco han ayudado mucho.

Mi padre apura el tercer café del día, mira el poso como si mirara el mar donde navegan sus palabras. Cada día le cuesta encontrarlas.


- Nada fue igual después de Zane Grey.

07 julio 2006

A felicidade é uma coisa louca

A felicidade é uma coisa louca
Mas tão delicada também
Vinicius de Moraes


Ella volvió a encontrarme en la página de un diario, donde contaba que aquel 11M yo también tuve en el bolsillo un billete de tren.

Hace unos días, dos años después, volvió la tristeza (Tristeza não tem fim), pero esa misma mañana, cuarenta personas murieron por un fallo humano mientras viajaban en un vagón. Y yo pasé de sentirme desesperanzado, triste, a sentirme tan ridículo.

Lo nuestro empezó y terminó con un montón de cuerpos entre las vías.
Mi alegría quizá llegue de la estación algo más vieja y cauta. La de ellos no.