21 noviembre 2004

Nieva en Rusia

Hace 71 años que no nevaba tanto en Moscú, desde 1933. Precisamente cuando nació mi madre. El mismo año, en el otro extremo del mundo nació Yoko Ono, y un año después (10 meses menos un día que diría ella), Sofía Loren. Mi madre no tiene mucho que ver con Yoko Ono, salvo que a ninguna de las dos le gustaba demasiado los Beatles. Sin embargo, sí que tiene que ver con Sofía Loren, sobre todo porque le encanta una película suya, Los Girasoles, y porque mi madre también paraba la circulación cuando era joven. No sé qué tal cocina Sofía Loren ni Yoko Ono, pero puedo asegurar que poca gente hace mejor el arroz con costra que mi madre.

En todos estos años he escrito palabras que se han reunido en frases, y frases que se han reunido en textos. Pero sobre mi madre no tengo palabras para reunir. Cuando pienso en ella, vuelvo a aquel momento de mi vida en el que sólo existía una palabra y todo se podía describir con ella. Aquel momento en que el hambre se llamaba mamá o el viento se llamaba mamá, o el frío, o el desconcierto, el sueño, o la risa se llamaban mamá. Así que cuando digo mamá, estoy expresando todo lo que sé, dibujando un mapa tan grande como el país que representa.

Será por eso que las madres entienden a sus hijos con que digan mamá.

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